Los que hemos tenido la suerte de salir esta Semana Santa y escaparnos a lugares tan interesantes como la costa del sur inglesa, hemos podido disfrutar no solo de un tiempo envidiable sino también de observaciones interesantes.
En las costas inglesas la primavera ha llegado y las Currucas zarceras (Sylvia communis) cantan en los brezales de los mismos bordes de los acantilados, mientras que todavía las Golondrinas comunes (Hirundo rustica) van llegando después de cruzar exhaustas el Canal de la Mancha.
Esa imagen de acantilado brutal, de cuyo mismo borde crece un espeso matorral y a partir de él se extiende una campiña con setos vivos es uno de los mejores regalos para la vista de cualquier paseante, más si es un ornitólogo. Poder ver fulmares, currucas zarceras y el cloqueo del introducido hacia el siglo XI, faisán. Por no hablar de los bosques que se pueden encontrar no mucho mas lejos, con abundancia de páridos como el carbonero sibilino o de mosquiteros como el silbador.
En los acantilados los Cormoranes moñudos incuban sus huevos, mientras que hay un incesante ir y venir de Gaviones (Larus marinus), Gaviotas argénteas (Larus argentatus), y cómo no, de la estrella del acantilado ingles, el fulmar (Fulmarus glaciaris) ¡Cuánto echamos de menos a este ave marina en nuestros acantilados!
Mientras tanto, los que no han tenido la suerte de salir fuera han podido disfrutar de interesantes observaciones en Txingudi.
Cerceta carretona (Anas querquedula) en Jaizubia, Correlimos gordo (Calidris canutus) y Correlimos zarapitín (Calidris ferruginea), Chorlitejo grande (Charadrius hiaticula) y Chorlitejo chico (Charadrius dubius) en Plaiaundi, entre otras observaciones interesantes (Aitor Leiza).
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