La línea de Pagotxeta
tiene 42 puestos, o sea, 84 escopetas. Cazadores puede haber más o menos, pero
andarán también cerca de los 100.
El cuerpo fue hallado, tirado in situ y sin rastro de haber sido escondido, por un ciclista que transitaba por el sendero existente a escasos metros de la línea de puestos.
Nadie vio ni oyó nada. Los de los puestos alejados, tienen excusa, pero los de los contiguos, desde luego no. Nadie denunció la muerte del águila ni ese día ni los siguientes. Si por los cazadores fuera, no se habría sabido nunca. Fue el ciclista, ysólo el ciclista, el que halló y fotografió el cadáver, leyó la anilla y llamó a Diputación; no los cazadores, ni Galeperra, ni la Federación. Los cazadores y Galeperra han tratado por todos los medios de ocultar el atropello y de evitar que se difundiera su conocimiento. Sólo cuando les ha constado la existencia de una investigación foral y de la carta de Aranzadi se han acercado a la ertzaintza a presentar su denuncia.
Las instancias políticas de Diputación, contradiciendo el criterio de los técnicos y cediendo una vez más, según su ancestral costumbre, a las presiones e intereses de los cazadores, se negaron a exigir responsabilidades a Galeperra y a tomar medidas cautelares, como el cierre de la línea de Pagotxeta. Un supuesto previso en la normativa, no lo olvidemos.
Por supuesto, Galeperra tampoco ha mostrado tener un mínimo de gallardía y vergüenza y renunciar a la gestión de los puestos, devolviéndosela a Diputación para que ésta disponga.
Los responsables materiales del desaguisado siguen disparando a su antojo contra todo lo que quieran disparar, que Diputación nunca les meterá en cintura. En Pagotxeta y en donde les dé la gana.
El culpable: Julián Unanue Bereziartua, director de Montes de la DFG.
El cuerpo fue hallado, tirado in situ y sin rastro de haber sido escondido, por un ciclista que transitaba por el sendero existente a escasos metros de la línea de puestos.
Nadie vio ni oyó nada. Los de los puestos alejados, tienen excusa, pero los de los contiguos, desde luego no. Nadie denunció la muerte del águila ni ese día ni los siguientes. Si por los cazadores fuera, no se habría sabido nunca. Fue el ciclista, ysólo el ciclista, el que halló y fotografió el cadáver, leyó la anilla y llamó a Diputación; no los cazadores, ni Galeperra, ni la Federación. Los cazadores y Galeperra han tratado por todos los medios de ocultar el atropello y de evitar que se difundiera su conocimiento. Sólo cuando les ha constado la existencia de una investigación foral y de la carta de Aranzadi se han acercado a la ertzaintza a presentar su denuncia.
Las instancias políticas de Diputación, contradiciendo el criterio de los técnicos y cediendo una vez más, según su ancestral costumbre, a las presiones e intereses de los cazadores, se negaron a exigir responsabilidades a Galeperra y a tomar medidas cautelares, como el cierre de la línea de Pagotxeta. Un supuesto previso en la normativa, no lo olvidemos.
Por supuesto, Galeperra tampoco ha mostrado tener un mínimo de gallardía y vergüenza y renunciar a la gestión de los puestos, devolviéndosela a Diputación para que ésta disponga.
Los responsables materiales del desaguisado siguen disparando a su antojo contra todo lo que quieran disparar, que Diputación nunca les meterá en cintura. En Pagotxeta y en donde les dé la gana.
El culpable: Julián Unanue Bereziartua, director de Montes de la DFG.
Veo que por desgracia ciertas cosas nunca cambian, los cazadores "buenos" no denuncian porque eso es cosa de los guardas que no están porque a los políticos no les combiene. Y l@s que protestamos, somos urbanitas con síndrome de bambi o libertadores de visones y comelechugas.
ErantzunEzabatuAnimo y continuar que antes o despues San Martin llega para todos. La pena es todos los que se han quedado por el camino.