La paloma torcaz (Columba palumbus), aun siendo un ave común y abundante, ha aumentado su población y área de distribución en Iberia en las últimas décadas. Purroy estimó este crecimiento en un 20 % solo entre 1970 y 1990. Además, según el programa de seguimiento SACRE la abundancia de paloma ha aumentado igualmente un 56 % entre 1996 y 2000.
Si observamos el mapa de distribución que para esta especie aporta el Atlas de las aves reproductoras de España (SEO, 2003), sorprende la ausencia de la especie en Gipuzkoa, Bizkaia y vertiente cantábrica de Navarra.
Alfredo Noval citó en 1967 a la especie como de paso y nidificante escaso en las sierras de la divisoria de aguas, en el atlas de las aves nidificantes de Gipuzkoa publicado por la Sociedad de Ciencias Aranzadi (1998, 1999 y 2000 se cita a la especie criando en las mismas zonas y en muy bajo número.
Este panorama ha estado vigente hasta hace muy poco; descartados factores climáticos y medioambietales, al ser estos
idénticos al resto del Cantábrico, solo cabría pensar en la exagerada
presión cinegética que sufre esta zona como razón del no establecimiento
de una población sedentaria.
Sin embargo, hay indicios sólidos de que algo está cambiando.
Algunos socios de I.E.O.E. llevamos varios años observando grupos familiares, sin duda reproductores, en zonas costeras y prelitorales del territorio; los vuelos nupciales y arrullos no dejan lugar a la duda. Lo llamativo es que estas citas se están dando en zonas vedadas a la caza o territorios aledaños a estas, Pagoeta y zonas de seguridad de Donostia (Ulía, Ametzagaña, Hospitales, Igeldo). También en puntos de zonas como Tolosaldea, Urola Kosta, Donostialdea... Con respecto del tema de su abundancia en parques y zonas ajardinadas, puede que
además de la caza esté influyendo otro aspecto: se ha comprobado que el
éxito reproductor de la paloma torcaz es más alto en zonas urbanas porque sufre
una tasa de predación más baja.
La muy acertada prohibición de la caza de la paloma en contrapasa tendría que ser complementada con la prohibición de su caza en media veda fechas en las que aún se observan nido ocupados.
Una gestión conservadora podía ser una alegría para los miles de cazadores que no disponen de ninguna pieza de caza menor sedentaria, una vez más seríamos el colectivo de defensores de la naturaleza los mayores defensores de la caza --si fuese por ellos, ya habrían acabado con ella--.
Para acabar mencionar que una población reproductora de paloma torcaz sería una alegría para nuestras rapaces: azores, halcones y calzadas verían su despensa un poco más llena de lo que la tienen ahora.