Los topónimos de los lugares con especies sensibles han sido retirados convenietemente.
Nota del Autor.
‘’no he contado ni la mitad de lo que vi, porque nadie me habría creido’’
Marco Polo
Al sur de Zaragoza y norte de Daroca, en una tierra áspera, no tan llana como cabría de imaginar, se extiende una región que podríamos llamar Tierras de Belchite y que seguramente tendrá otro nombre, aunque a mí, en mi inconmensurable desconocimiento le he dado en llamar así.
Son evidentemente tierras donde ver pájaros, pero también donde observar otros hechos que pinto someramente puesto que no es el objetivo de esta agradable crónica. Esta fue tierra de íberos, y de hecho quedan por ahí diseminados algunos castros que pueden ser visitables, fue tierra de reyno de Taifas y de marcha al ostracismo de Ruy Díaz de Vivar, el Cid Campeador, fue tierra de reyno el de Aragón, conquistador del sur de Italia y dueño del Mediterrano, fue tierra que vio partir a los aguerridos almogáraves, fue tierra del famoso pintor Francisco de Goya y Lucientes. Es tierra de pueblos al borde de la extinción, que quizá de momento se salven por su cercanía a la gran urbe de Zaragoza, es tierra de arte mudéjar y de interés el apreciar las bellas torres que rematan las iglesias y que más bien semejan esbeltos minaretes, es tierra de ganado lanar y de transhumancia, es tierra de recuerdo amargo en nuestra reciente historia, puesto que fue teatro de operaciones de la lucha de las dos Españas.
Foto de archivo |
Contra los elementos, puesto que las predicciones metereológicas eran completamente adversas, partimos en busca de unos objetivos que había marcado el conocimiento del guía de la expedición (Javier Ferreres), Expedición Rocín podemos llamar a partir de ahora a esta aventura. Llegamos a Fuendetodos, pueblo natal de Goya, a la hora de la cena. Unos huevos fritos con chorizo y longaniza para acompañar una ensalada y unos tragos de vino. Descubrimos con placer que sentado a la mesa a la derecha de nuestro guía, como su lugarteniente se encuentra nada menos que el mejor ojeador, el mejor rastreador, del alto y bajo Aragón, Tomás Bereciartua (aunque su nombre suene vasco es cántabro), que también atiende pero a la segunda con el nombre de Marco. Con semejantes dos personajes, Javi y Tomás, Tomás y Javi el éxito estaba asegurado.
Pueden vuesas mercedes adivinar el tono jocoso de esa cena, poniéndonos al día los unos a los otros de los últimos avatares entre chanzas, bromas y fandangos. Mientras que nos servían dos lindas mesoneras, de carnes prietas y abundantes donde deben serlo, es decir en las glándulas mamarias.
Se nos fueron pasando las horas y llegando la madrugada cuando el sereno que recorría las calles, ordenó retirarse a cada mochuelo su olivo. Fue así como nos dejamos caer por el segundo piso del albergue donde se encontraban nuestras literas. Nos repartimos las vigilias, éramos seis, luego naranjito en mano uno cada hora.
La mañana nos sorprendió con un Rodríguez de la Fuente venido del más allá, y para desesperación de nuestro guía nos tomamos el desayuno con la parsimonia propia de los hombres que no tienen nada que hacer, es decir, los vagos.
Cuando nos consiguió mover, nos dirigimos al Planerón. Enseguida vimos críalo y ánade cascajero. Por el fondo una raposa que daba pena, penita pena, con un sarnazo que le había desmochado la cola. Enseguida sentimos en nuestras manos, cara y espalda que el castigo divino se desataba sobre nosotros, pobres pecadores. Una bandada de mosquitos se cebó en nuestras carnes y en los más pecadores con más ahínco. Por ejemplo Mikel fue el más castigado, es una señal, gran pecador donde los haya, mientras que yo, persona virtuosa, con el alma pura, apenas fui molestado y la plaga enviada por Yavhé no causome fuerte quebranto.
De allí tuvimos que salir, pies en polvorosa, sin haber consumado nuestra faena puesto que se cerraron los cielos y se descargó una tormenta que nos amenazaba con atraparnos en el barro.
Nuestros sabios guías nos dirigieron con sabiduría hacia una zona agreste, montañosa, --------, donde vimos posadas la culebrera y detrás la perdicera. Hemos de decir en fuer de la justicia que Tomás, nuestro ojeador, estuvo inconmensurable. Y nuestro guía también, puesto que supo siempre llevarnos al lugar donde mayores posibilidades había de que callera la tromba de agua más potente.
cedido por Marco Berciartua |
Así que de este lugar también salimos pies en polvorosa y nos refugiamos para solaz de nuestros maltrechos huesos y vacios estómagos en el albergue, donde dimos cuenta de las viandas que habíamos llevado, placeres del cerdo, chorizos, jamones y lomos, y para terminar un queso de tetilla llevado directamente de Santiago de Compostela, tumba de Prisciliano que causó auténtico furor, excitación, locura y lujuria.
Yavhé no contento con lo que nos había ocasionado hasta entonces descargó el diluvio universal sobre nosotros. Empezó a entrar agua en la cocina donde nos habíamos hecho unos humeantes cafés, Eli que se estaba echando una siestecilla en la habitación del piso superior bajó para avisarnos que se estaban inundando los suelos y algunos objetos personales de Javi, que no citaré. Tuvimos que mover algún coche porque el agua le alcanzaba ya los bajos y achicar el agua que entraba a raudales en el albergue. ¿Pero es que no habíamos venido al subdesierto?. Cuando finalmente escampó nos animamos a salir y Javi nos llevó hasta la presa de Cueva Foradada donde se supone que las cabras las encontraríamos al sol. Pues no. Las vimos a la sombra aunque él no se cansó de repetir que estaban a la solana. Según Javi a las cabras les gusta tomar el sol, con las tetas al aire, como algunas doncellas, mejor como unas frescas. La cosa es que vimos un rebaño de cabras, hembras, con sus cabritos. Haciendo equilibrios pinadas ellas entre los riscos.
Partimos de nuevo llevados por un nervioso guía que veía como el sol comenzaba su declinar, a un enorme agujero, cárcava o boca del averno que esto último más parecía, llamada Sima de San Pedro de Olite. Del fondo, de unos 70 m de profundidad subió un milano negro, volando en espirales en torno a las paredes de la boca de entrada al Hades. Yo creo que en realidad era Orfeo retornando sin su amada a la que no debía haber mirado hasta que le diera la luz solar. En el fondo de la gruta se adivina agua, de hecho desde algún punto se ve, no es sino uno de los ojos del Estigia.
Arrojamos una piedra, vimos cuando cayó y según su sonido deducimos que el pozo tiene una profundidad de 36 m, luego en el cartel vimos que indicaba 70m.
Intentamos calcular la profundidad según el movimiento lineal uniformemente acelerado, s=so+vot+1/2at2, pero Eli no anduvo fina con la piedra. Al final vimos que el tema de la piedra era peligroso, puesto que podíamos o bien lanzar por error los swarosky o bien joder un telescopio de un montón de boniatos, además hubo incluso alguna crítica destructiva de la física newtoniana.
Por cierto que las chovas se tiraban con las alas cerradas al agujero. En realidad son las almas de los que van al Hades, se tiran al agujero y son tragadas para siempre.
En estos pensamientos se nos echó la noche encima, el hambre y el miedo de estar solos en el monte al descubierto de las fieras, los predadores nocturnos del hombre, como es el caso del conocido y peligroso chupacabras, o de las pequeñas, rápidas y peligrosas galicondrias.
De esta forma nos dirigimos prestos a cenar y descubrimos con horror que España ya no es España. Estamos en Europa y a las 22h ya no cenas. Nuestros estómagos crujían, nosotros desesperábamos, llorábamos y nos cubríamos de cenizas.
Al final a las 23h llegamos a España, un pueblito que todavía está en ese país y que nos dio una opípara cena, algo sencillo huevos fritos, patatas chuletillas de cordero y ensalada, tartas de queso y otros postres y cafeses. ¡Qué regodeo!, ¡qué alegrías!, ¡albricias! Todo regado con un tintorro de la tierra, color permanganato potásico, y casi sabor al mismo derivado químico. Yo me lo trinqué a palo seco, pero hubo alguno que lo bautizó y con ello el cabrón del vino seguía sin demudar la color.
La noche fue también corta, no porque el sol en estas tierras salga antes, si no porque nos empeñábamos en alargar las sobremesas, cuyo acto algunos lo llaman o lo definen con una única palabra, trasnochar. Y a la mañana intentamos desayunar más rápido para alegrar a nuestro guía.
cedida por Marco Bereciartua |
El tiempo salió mejor, por lo que volvimos a Belchite, cumplimos expediente y vimos reblancas, ortegas y gangas, rocines, terreras, calandrias, cogutas y demás pirripillos. A parte de una zorra con sus dos zorreznos
Salimos escopeteados perseguidos por nubes de mosquitos, que picaron más a los más pecadores, a mi ninguno. Sé que alguna mala lengua dirá que tengo la sangre tan agria o venenosa, que ni los mosquitos se atreven a picar, que con su pan se lo coman.
No hay que olvidar como correteaba, triscaba, saltaba de terruño en terruño nuestro amigo Leiza, en pos de la esquiva planta mediterránea, la que nunca había visto, la que resulta muy parecida a su prima…, la difícil de identificar.
Decía pues que salimos de allí como alma en pena, o llevados por mil diablos y dimos con nuestros huesos esta vez en --------- donde vimos a la pareja de perdiceras hacerse picados, uno tras otro, a la perdicera zurrarse con un lagunero, águila culebrera posada en un poste, águila real en vuelo…Que os voy a contar, incluso vimos en un prado pastando tres machos de cabra montés con sus cuernas, según Tomás de unos 7 años de edad.
Hay que apuntar que de camino a este lugar en un monte de olivos, vimos…., no, no penséis que a San Pedro cortando una oreja a un soldado del sanedrín. Vimos nada más y nada menos que una curruca mirlona. Algunos se deleitaron fotografiando un picapuerco ¡en banal cosa entretienen algunos sus preciadas vidas!, vimos pasar al amarillo sinoficio o martintorero.
cedido por Marco Bereciartua |
Todo esto y mucho más lo hemos visto con nuestros propios ojos, en un lugar lejano donde nace el sol. Si no me crees querido lector, si piensas que te estoy contando un cuento, si crees que se trata de una fabulación, si imaginas que son los delirios de un naufrago, los espejismos de un viajero perdido en el desierto, las visiones de un profeta monoteísta, no tienes sino que echarte andar por esos pagos y arrostrando mil peligros comprobarlo punto por punto por ti mismo.
Y para muestra un botón, adjunto las maravillosas fotos que me mandó Josemi y Marco, que estuvieron disfrutando de su safari fotográfico.
Muchas gracias a Marco por haber cedido amablemente sus fotos y por habernos hecho de Cicerone.
Muchas gracias a Marco por haber cedido amablemente sus fotos y por habernos hecho de Cicerone.
Listado de participantes:
Elixabete Zuriarrain
Mikel Alfonso
Héctor González
Aitor Leiza
Josemi Debesa
Javi Ferreres
Marco (Tomás Bereciartua)
Listado de especies vistas durante la excursión:
Garcilla Bueyera
Cigüeña Blanca
Garza Real
Anade Real
Buitre Leonado
Alimoche
Aguila Real
Aguila Perdicera
Aguila Culebrera
Milano Real
Milano Negro
Aguilucho Lagunero
Aguilucho Cenizo
Ratonero Común
Halcón Abejero
Accipiter sp. (Azor)
Cernícalo Vulgar
Halcón Peregrino
Perdiz Roja
Alcaraván
Fumarel Cariblanco
Ganga Iberica
Ganga Ortega
Paloma Torcaz
Paloma Bravía
Paloma Zurita
Tórtola Común
Tórtola Turca
Críalo
Cuco
Buho Real
Vencejo Real
Vencejo Común
Martín Pescador
Abubilla
Abejaruco
Pito Real
Torcecuellos
Pico Picapinos
Totovía
Terrera Común
Terrera Marismeña
Calandria
Cogujada Común
Alondra Ricotí
Avión Roquero
Avión Común
Golondrina Común
Bisbita Campestre
Lavandera Blanca
Ruiseñor Común
Colirrojo Tizón
Collalba Rubia
Tarabilla Común
Roquero Rojo
Roquero Solitario
Mirlo Común
Curruca Mirlona
Curruca Carrasqueña
Ruiseñor Bastardo
Zarcero Común
Carbonero Común
Reyezuelo Listado
Alcaudón Común
Alcaudón Meridional
Urraca
Arrendajo
Chova Piquirroja
Grajilla
Corneja Negra
Cuervo
Estornino Negro
Oropéndola
Gorrión Común
Gorrión Chillón
Pardillo Común
Pinzón Vulgar
Jilguero
Verderón Común
Verdecillo
Escribano Montesino
Escribano Soteño
Triguero
Cabra montés
Zorro común
Murciélago sp (variados)
Jabalí
Conejo
Héctor González
No recuerdo lo de la edad de las cabras, pero si dije 7 años fallé estrepitosamente. Esos animales tendrían unos 4 años (5 a lo sumo). A ver qué dicen los Súpertacañones... y Ferreres.
ErantzunEzabatuSaludos a todos y a ver cuando volvéis a dar un paseo por el desierto para que llueva, que si no tendremos que ir pensando en sacar a los santos.
¡hombre Tomás!, dichosos los ojos. no te preocupes, para esta primavera vamos seguro, hay mucha gente con los dientes largos y por la lluvia no te preocupes, ahora toco el violín y lo pienso llevar. ya te contará Javi la que ha caído hoy aquí, llevo todo el fin de semana rascándo las cuerdas.
ErantzunEzabatuDe todas formas de Javi no me fío, decía que estaban al sol y todas las vimos a la sombra, jejeje